dimanche 27 décembre 2015

La larga marcha R.Chirbes

Eran las cuatro de la mañana de un día de febrero. A pesar de que los postigos de la ventana permanecían cerrados, se oía el ruido del torrente a espaldas de la casa. Había nevado durante varios días, luego había salido el sol, después había llovido, y ahora el torrente arrastraba toda el agua resultante del deshielo, y ramas secas y piedras que, al ser transportadas, producían un tremendo fragor. En la casa se advertía especial agitación Las mujeres entraban y salían de la cocina con ollas humeantes y en la chimenea ardía un fuego poderoso que imprimía un tono rojizo a la escena que se desarrollaba allí, imponiéndose la luz que salía del espacio de la chimenea a la del quinqué que colgaba del techo y a la del que permanecía encendido encima de la mesa en la que apoyaba sus codos silencioso e inmóvil, un hombre de unos treinta y tantos años. Llevaba sobre los hombros una manta a rayas, y estaba sentado en el largo banco de madera que recorría dos de las cuatro paredes de la habitación, formando un ángulo en el que se inscribía la mesa. A su derecha, otro hombre se fumaba un pitillo.
Respecto al contenido del libro, el autor es tajante: "Se podría titular Padres e hijos, como la novela de Turguénev". Y añade: "He querido contar cómo de una derrota, la de la guerra civil, surge el malestar de toda una generación. La novela acaba en la adolescencia de la segunda generación, cuando los personajes descubren que se rompe el juguete y ya no hay marcha atrás".

Aucun commentaire: