jeudi 10 décembre 2015

El balcón en invierno L.Landero

Ayer comencé a escribir mi nueva novela, y aunque al principio las cosas iban bien, e incluso me abandoné a deliciosos raptos de euforia por la facilidad con que despachaba los primeros compases del relato, luego, al apurar la tercera Mahou de la mañana y al leer de un tirón lo que acababa de escribir, y según leía, me fui poniendo cada vez más y más triste, hasta que al llegar al final me sentí profundamente abatido, como nunca en mi ya larga vida.
Esto que se asemeja a un principio de novela, no lo será. Landero recuerda su infancia y su adolescencia, añora una época cercana y sin embargo casi desaparecida. Landero no nació en un pueblo, nació en el campo, fue a la escuela en el pueblo y apenas dejada la infancia, la familia se traslada a Madrid. Sus mejores recuerdos son del campo, 
Yo soy de gran ciudad y algo más joven que Landero, sus recuerdos me han emocionado; la magia, los miedos, la familia.
" Yo no sé de dónde ha sacado esta gente, esta generación infortunada su temple y su entereza. Una generación, casi dos, que sufrieron la guerra y la posguerra, que vieron truncados sus proyectos de vida en plena juventud, que trabajaron como mulas y lo sacrificaron todo para que sus hijos corrieran mejor suerte que ellos y cuya obra, no sé si humilde o grande, es esa, el bienestar de los suyos: esa fus la causa por la que lucharon, y esa su recompensa. Fueron vidas oscuras, anónimas, de las que ya casi nadie quiere acordarse, aunque fuese al menos para agradecerles los servicios prestados"

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