mardi 18 août 2015

Josefine y yo H.M. Enzensberger



5 de septiembre de 1990
Ayer por la tarde hice una buena acción. No fue del todo voluntaria, sino más bien producto del azar. El azar es la excusa de los que no encuentran razones. Me dirigía a casa. La anciana dama que caminaba tres pasos por delante de mí solo me había llamado la atención por su sombrerito de terciopelo verde provisto de un blanco velo. Decir que la salvé sería decir demasiado. El incidente que me hizo conocerla fue literalmente un accidente, protagonizado por un escúter que venía por detrás y me adelantó casi rozando.
Así se produce el encuentro, como agradecimiento una invitación a tomar el té que se repetirá unos cuantos meses. Entre  la vieja dama, antigua cantante de lied y el economista surgen conversaciones llenas de sentido común.

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