lundi 27 juillet 2015

Los enamoramientos J.Marías

La última vez que vi a Miguel Desvern o Deverne fue también la última que lo vio su mujer, Luisa, lo cual no dejó de ser extraño y quizá injusto, ya que ella era eso, su mujer, y yo era en cambio una desconocida y jamás había cruzado con él una palabra. Ni siquiera sabía su nombre, lo supe sólo cuando ya era tarde, cuando apareció su foto en el periódico, apuñalado y medio descamisado y a punto de convertirse en un muerto, si es que no lo era ya para su propia conciencia ausente que nunca volvió a presentarse : lo último de lo que se debió de dar cuenta fue de que lo acuchillaban por confusión y sin causa, es decir, imbécilmente, y además una y otra vez, sin salvación, no una sola, con voluntad de suprimirlo del mundo y echarlo sin dilación de la tierra, allí y entonces. Tarde para qué, me pregunto.
María contempla cada mañana una pareja que desayuna en la misma cafetería, simbolizan la pareja ideal, son guapos, ricos y están enamorados.  Forman parte de su normalidad que se trunca un día. Algunos días más tarde, por casualidad, se entera del drama, de la muerte absurda del marido. ¿Casual? ¿ Accidente? María se acerca a Luisa, la mujer de Miguel, se convierte en su confidente por un día y conoce a Javier, el mejor amigo del muerto.
Reflexión sobre la muerte, la culpa, le cobardía, los enamoramientos que te roban la voluntad, El azar buscado, el olvido al que están condenados los muertos, la vida que empuja al olvido. En medio el Coronel Chabert dado por muerto y que reaparece pretendiendo recuperar un lugar que perdió.

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