vendredi 4 juin 2010

La playa de los ahogados Domingo Villar

El inspector Leo Caldas se bajó del taxi y dio dos zancadas para evitar los charcos que inundaban la acera. Entró en el vestíbulo del hospital, se abrió paso entre la gente que esperaba frente a los ascensores y se dirigió a las escaleras. Subió hasta la segunda planta y avanzó por un pasillo flanqueado por hileras de puertas cerradas.Se detuvo ante la marcada con el número 211, la abrió ligeramente y miró al interior. Tras una mascarilla verde, un hombre dormía sobre la cama más proxima a la ventana. la televisión estaba encendida, sin voz, y la otra cama vacía y con las sabanas dobladas sobre el colchón.
En este segundo caso el inspector gallego y su ayudante aragonés tienen que descubrir qué ha sucedido para que un marinero pacífico aparezca en la orilla de una playa con las manos atadas. ¿Suicidio? El inspector nos sumerge en la Galicia costera,nos transmite su amor por la comida, el buen vino y la humanidad. Muy recomendable, la historia engancha.

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