vendredi 16 août 2024

Los errantes O. Tokarczuk

Tengo pocos años. Estoy sentada en el alféizar, a mi alrededor hay juguetes esparcidos por el suelo, torres de cubos derrumbadas, muñecas de ojos saltones. La casa está a oscuras, en las estancias el aire, poco a poco, se enfría, se debilita. No hay nadie; se han marchado, han desaparecido, cada vez más tenues se pueden oír todavía sus voces, su arrastrar de pies, el eco de sus pasos y alguna risa lejana. Al otro lado de la ventana el patio aparece desierto. La oscuridad se desliza suavemente desde el cielo. Se posa sobre todas las cosas como un negro rocío. Lo más molesto es la quietud: espesa, visible el frío crepúsculo y la luz mortecina de las lámparas de vapor de sodio que se sumerge en la penumbra apenas a un metro de su fuente.

 Un libro incalificable, no es una novela, no es un ensayo, es todo eso y mucho más relatos breves que se interrumpen para volver 200 págs más adelante, opiniones, reflexiones, fragmentos inconexos, historias oníricas, misteriosas, incompletas. Empieza muy bien, engancha ese estilo de Olga Tokarczuk , hay frases memorables pero en la segunda parte se centra en la taxidermia , esa obsesión por el cuerpo humano disecado, esas reseñas históricas largas y aburridas que no se sabe en qué se conectan con la idea del viaje.

Es pues un libro experimental que no profundiza en los muchos temas que toca, que no tiene un rumbo claro, al que le falta unidad. Una historia de desaparición de una madre y su hijo pequeño en una isla croata no resuelta es de lo mejor del libro.

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